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La histórica firma Godiva abre una boutique donde ofrece sus chocolates, bombones y helados

La historia de este chocolate empezó con el praliné. Una mezcla de almendras o avellanas, azúcar caramelizado finamente molido se incorporó al chocolate en Bélgica para crear lo que ahora se conoce en todo el mundo como «chocolate belga». En 1926, Pierre Draps y su familia empezaron a elaborar artesanalmente en su casa este chocolate, hoy todo un símbolo del lujo gastronómico en el mundo.

El trabajo en la fábrica de chocolate de Pierre se convirtió rápidamente en un asunto de familia, con su esposa y sus cuatro hijos ayudando a producir, terminar, empaquetar y entregar estos dulces de confitería de chocolate.

Tales chocolates irresistibles merecían un nombre evocador, y la familia decidió que Godiva conjugaba la imagen perfecta para representar su marca de chocolate de lujo. Inspirada por la pasión, la audacia y la generosidad de lady Godiva de la vieja leyenda inglesa, el nombre Godiva es ahora sinónimo de una experiencia de chocolate de lujo y la imagen de la dama se puede ver en los chocolates, envases y merchandising en todo el mundo.

El praliné es un clásico de Godiva que se remonta al principio de la historia de esta afamada y prestigiosa casa. Como la primera creación del fundador de Godiva, los bombones de chocolate Godiva tienen una larga historia en el arte de deleitar a los amantes del chocolate en todo el mundo.

Para crear el praliné perfecto, los artesanos Godiva mezclan avellanas con una cantidad igual de azúcar, antes de calentar para caramelizar las nueces. Este polvo de avellana y el aceite resultante del proceso de trituración se combinan finalmente para crear una pasta de praliné suave y deliciosa. Siempre hecha en casa y según la receta exigente de Godiva, este suave y dulce praliné es un relleno popular en las colecciones de chocolate de la firma.

Godiva acaba de abrir dos pequeñas tiendas de bombones y chocolates en pleno corazón de Puerto Banús, una justo a la entrada de El Corte Inglés y otra frente a los muelles del puerto. En ambas tiendas se sigue el mismo proceso manual de acabado, la forma perfecta para que los artistas de Godiva agreguen el acabado final a los chocolates cuidadosamente creados, y toda la intrincada caligrafía del chocolate se hace con pequeñas bolsas de papel y una mano firme.

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